miércoles, 17 de diciembre de 2014

Yo, diciembre 2014

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Soy Richard Mauricio Uribe Hidalgo y no me gusta mi segundo nombre, tampoco las tardes de verano. Lo que me gusta es el invierno, aunque por clima debería ser el otoño mi favorito. Soy un glotón y moriré joven porque no cuido mi salud, siendo esto lo peor: lo tengo claro, no hago nada y es probable que jamás lo haga.

No tengo olfato y mi capacidad de apreciar la música, en una escala de 1 a 10, es un -4, siendo muy generoso. Tampoco sé tararear y no canto ni bajo la ducha. Por lo que me quedan 3 sentidos buenos, los que disfruto mucho. Me gustan las películas, las papas fritas y los apretones de mano con las personas que quiero. Mi pasatiempo favorito es hacer nada y de verdad hago absolutamente nada. Mi segundo pasatiempo favorito es pasar de hacer 'nada' a soñar despierto, cosa que hago mucho, sobretodo cuando viajo. Me gusta imaginar situaciones locas y pensar en cómo me comportaría en ellas. Creo que por esto mismo jamás me han asaltado, la cantidad de veces en las que me he imaginado siendo asaltado hacen que camine mirando a todos lados, desconfiando de todo y de todos en la calle, de manera casi paranoica.

No me cuesta quedarme dormido y puedo dormir prácticamente en cualquier lugar. Mi sueño es pesado como una roca, cuando quiero. Cuando no, me puede despertar el más mínimo ruido. También puedo despertar sin abrir los ojos. Aprendí a hacerlo cuando mi mamá subía a barrer las piezas cuando era chico, con el fin de despertarnos y molestar. Para evitar darle la satisfacción, mantenía los ojos cerrados en todo momento. Si pasan micros fuera de mi casa o ladran mis perros (y los de todos mis vecinos), no despierto. Pero si tengo visitas, cada ruido me molesta cien veces más.

A lo largo de mi vida he gastado una enorme cantidad de tiempo haciendo caras en el espejo después de la ducha y me gusta cagar sin ropa. Empiezo a ducharme con agua helada desde finales de noviembre y durante todo el tiempo que mi tolerancia lo permita. Cuando no tengo el valor para empezar a ducharme con agua helada, inicio mis duchas con agua tibia y voy enfriando el agua. 

Soy bueno para cometer errores, soy torpe, bruto y estúpido en muchos niveles. Suelo enojarme por todo, pero mayoritariamente me enojo conmigo mismo por el listado de características que enuncié al principio de este párrafo. Siento que soy buen hermano y además trato de serlo. Miguel es uno de mis mejores amigos y nuestra relación no ha sido siempre fácil, pero ha sido constante de muchas formas, la mayoría buenas. Él es un amigo que aterriza mis pies cuando floto descuidadamente, me insulta 'cariñosamente' cuando es necesario y me cuida, aunque le cueste admitirlo. Pienso que una de las aristas más traumáticas de mi independencia será no tenerlo a dos pasos de mi pieza para contarle algo.

Soy moralmente correcto por costumbre, ya que carezco muchas veces de sentido común o resulta que mi sentido común es comúnmente torcido. Soy fiel, pero estúpido y me cuesta darle la correcta prioridad a las cosas.

Me gusta el sur de Chile, los ríos y el frío, detesto la playa, la arena y el sol. Aunque aprendí a adorar la playa en invierno, aunque por motivos diferentes a mis gustos personales. Como nací en Curanilahue y gran parte de mi familia es de allá, me crié yendo año tras año al sur, en vacaciones, disfrutando de las lluvias de verano, la pesca, los ríos, los lagos, los cerros, los bosques y las caminatas a las cuatro de la madrugada por senderos en donde no me veía ni la nariz.

No me gusta estar enfermo y soy alaraco para todo, aunque no molesto a nadie cuando 'sufro'. Tuve peste y sarampión, pero jamás paperas. Me resfrío todos los años por salir a buscar ropa al patio con el pelo mojado, porque siempre olvido algo. Creo que soy en cierto grado hipocondríaco, pero no le he prestado mayor importancia. Sufro de acidez estomacal más a menudo de lo que se consideraría normal, aunque mi alimentación es bastante pesada y poco saludable. Aunque me he comportado bien este último año.

He pololeado seriamente dos veces y en ambas oportunidades he fallado irremediablemente. Mayoritariamente por mi culpa y no me avergüenza, ambas veces tuve razones, que podría cuestionar ahora o más adelante, pero que en su momento parecían lógicas, al menos para mi. Recuerdo con mucho cariño ambas, aunque me haga el malo y diga lo contrario, siento que soy diferente persona luego de enfrentarme a campañas así de complicadas y, también irremediablemente, echo de menos cosas de ambas relaciones. Creo que obtuve en ambos casos mucho más de lo que merecía, lo asumo sin mayores problemas, ambas personas fueron oasis dentro de mi limitado grupo social y ambas son más de lo que yo creo que podría llegar a aspirar, no porque no tenga cosas que entregar, si no por aquel listado de defectos que incluso a mi me es difícil soportar. No obstante, y lamento un montón el asunto, no puedo evitar sentir algo de arrepentimiento en las dos; en la primera oportunidad entregué poco y oculté, engañé y lastimé mucho a gente que no se lo merecía y en la segunda recibí cosas que no creo que haya merecido. De todas formas no eliminaría ninguna de las dos.

Dejé de vacacionar con mi familia paterna a los 16, cuando me aburrió su negatividad sobre mis pasatiempos y sus reiteradas intromisiones en ellos. De todas formas tengo buenos recuerdos y me rio mucho recordando lo malintencionado que era con mis primos más pequeños, a los que les jugaba bromas pesabas todo el verano. Me gustaba mucho caminar con mi abuelo por la playa, escuchar sus historias y reírnos de los 'lepicheos' que pescaban en la mañana sin éxito.

Mis dos abuelos son choros, ambos son alpha-way para todo. Mi abuelo Francisco, el 'papi Pancho', podía parar una casa en un par de días con un serrucho, un martillo y dos kilogramos de clavos de 4''. Logró domesticar a la mapuche más arisca de Curanilahue, mi abuela Fresia. Era un bromista innato, le gustaba mucho hacer pasar malos ratos a la gente y creo que saqué mucho de él. Era super preocupado, dentro de lo que una persona del sur podía ser. Me gustaba mucho verlo trabajar, ser carpintero era algo que, como santiaguino, no conocía así de cerca. Falleció el año pasado. Y aunque lo veía solo un poco todos los años, lo extraño, extraño que me cuente historias y que me preste sus herramientas, extraño a ese viejito carpintero que disfrutaba el Chavo del ocho tanto o más que yo.

Mi abuelo Miguel, el 'tata', podía manejar un camión de tres ejes, curado, de noche y estacionarlo sin estar siquiera consciente, lo sabe porque el primer instinto al despertar en su cama era mirar por la ventana a ver si su camión estaba estacionado bajo el ciruelo. Siempre lo encontró. En contraste con esto, siempre sus enseñanzas fueron que eso estaba mal y que él había sido un idiota por hacerlo. Es un hombre bueno, y honrado como pocos. Es tosco, directo y soluciona todo de la manera más plana y simple que pueda, un ejemplo de como debería ser un hombre, sin rodeos, sin excusas. Le cuesta demostrar cariño, dicen mis tías, pero como nieto me sentí muy querido por él. Y creo que todos mis primos pueden decir lo mismo. Con él veía 'Los tres chiflados' todas las tardes, Los Magnificos y las películas de Bud Spencer y Terence Hill. Es un bromista también y le causa gracia todo lo que tenga como resultado que un imbécil o un torpe salga lastimado y es la persona con la cabeza más imaginativa para poner sobrenombres que conozco, creo que esto también lo heredamos directamente de él.

Voy a clases con mi hermano, a todas, misma carrera, mismo año, mismas clases, casi, mismas notas, comenzamos en marzo poniéndole sobrenombres a nuestros profes y compañeros carismáticos, herencia de mi abuelo. Es una lista larga que me da imaginación para hacer caricaturas en mis cuadernos y quemar algunas horas riéndonos en clases con mi hermano.

Fui un niño bastante feliz y jamás he sentido envidia, relaciono esto porque una de las cosas que desde pequeño más me incomodaba era enfrentarme a situaciones que hicieran pensar a mis viejos que quería algo. Recuerdo claramente que, como niño, no me gustaba salir en navidad a mostrar y ver regalos, porque sentía que si me comportaba serio mis amigos pensarían que era envidioso y si me comportaba emocionado mis viejos podrían llegar a sentir obligación de comprar tal o cual cosa para mi. Jamás había pensado en ello hasta ahora, pero creo que es la razón para mantener muchas cosas de mi vida en privado, la exposición me incomoda en algunas ocasiones. No me gusta exponerme cuando estoy bien y feliz, porque puede haber alguien que la esté pasando mal y no me gusta exponerme cuando estoy mal, porque detesto ser la razón de cualquier cosa que esté en un plano diferente a mi realidad.

Cuando era pequeño y hasta bastante avanzada la pubertad tenía un diario mental, escribía cosas mientras caminaba al colegio, en mi mente, fantaseando con Star Trek, historias de naves y ciencia ficción; 'bitácora del capitán' solía pensar y desde entonces dejo mi imaginación volar en cada viaje. Siento vergüenza de la mitad de mis fantasías. Muchas veces, y bajo el pretexto de 'weón, la moral', trato de evitar ciertas fantasías, hasta que recuerdo que en mi cabeza no tiene porqué existir tal cosa, tampoco en necesaria la realidad y le doy rienda suelta a mi cabeza. Me he topado muchas veces sonriendo al piso o riéndome solo en una micro, creo que jamás he visto a alguien mirándome raro, creo que lo escondo bien. En invierno acostumbro a usar bufanda por lo mismo, cubrir mi boca me hace sentir seguro de hacerme reír todo lo que quiera.

Tuve un amigo imaginario, no tenía forma física y solo habitaba en mi cabeza, lo cree durante un episodio frustrante de mi infancia, una ridiculez infantil. Me aconsejaba y muchas veces jugué a comprobar si era real o era una imaginación, tratando de predecir lo que iba a decir o haciéndole preguntas y que contestara lo más rápido que pudiera. Muchas veces me sorprendieron sus respuestas. Sigo encontrando esto un poco escalofriante.

Las hermanas de mi papá son incondicionales conmigo y mi lugar dentro de mi familia es prestarme para que me admiren, esto es lo chistoso, aún no he logrado nada en mi vida, pero a ellos les basta que esté ahí para ellos cuando me necesitan. He sido cómplice intelectual de gran parte de la vida laboral de mi tía María Laura, y me encanta que me pida consejos y conversar del futuro con ella, por muchos años fue la primera que abrazaba en año nuevo, porque ella decía que le daba suerte en el amor. Creo que solo me funcionó a mi. Ella es siempre generosa y siempre alegre.

Como manzana rayada todos los años, me gusta sentir otra vez ese sabor. Me recuerda a mi tía Mónica. Ella me bañaba y vestía, me ponía en mi auto a pedales y me daba manzana rayada. Todos los años me regala poleras y creo que jamás me ha regalado una que no use, siempre me gustan sus regalos, también es alegre y muy cariñosa. Le detectaron cáncer hace seis meses, yo me enteré hace dos. Fue el suceso más triste del año 2014, por lejos. La angustia e inseguridad de la operación es abrumadora y aunque el cáncer fue detectado a tiempo, no puedes dejar de pensar en las probabilidades. Estuve con ella en ambas operaciones y acompañé a mi tío Álvaro en ambas esperas, como en los viejos tiempos, como cuando era chico, cuando éramos uña y mugre en las vacaciones. 

Y es lo curioso, cuando estaba a punto de terminar mi año, creyendo que mis problemitas eran lo peor del año, me doy cuenta que la vida siempre te demuestra que puede ser peor.

Buenos amigos, tengo un considerable montón, puedo contarlos con las manos, pero creo que el número y la calidad es perfecto. Con ellos la paso bien, sin importar lo que haga y sin importar los lapsos de tiempo que existan entre veces en que los veo.

Viví en la casa de mi abuela hasta los 7 años y tengo un montón de amigos con los que solía jugar en la calle. Fui cada fin de semana, desde los 7 años hasta como los 14 a la casa de mi abuela y seguía juntándome con el mismo grupo de pasteles, en la calle, a jugar en la noche hasta que la transpiración ya no salía y el sueño pesaba. Con ellos aún tengo contacto, poco, pero los veo casualmente. La vida separa los caminos, no hay mucho que puedas hacer, siendo sincero. Desde que tengo memoria que me molestan con una vecina, tenía un año menos que yo y prácticamente nos criamos juntos. Su papá, el tío Lucho era la raja como persona y físicamente una muralla maciza e imponente. Me llamaba 'mi capitán', yo le decía 'mi general' y solía pararme derecho, pies juntos, pecho en alto, para saludarlo con una mano extendida sobre la frente. Murió un día cualquiera. No fui a su funeral, jamás me despedí apropiadamente de él y jamás pude expresar mi pena a su hija, a mi amiga; no fui capaz de hablarle del tema, jamás tuve el valor de decirle que lo sentía mucho y que podía contar conmigo si necesitaba un amigo. Me sentí mal por mucho tiempo y creo que eso terminó por alejarnos. Me gustaba en esa época, era una pendeja chora, jamás lo dije y hasta esta entrada lo negué. Si me preguntan por qué (además de que he sido un inepto social desde siempre), es que lo negué desde los 7 años cuando todos me molestaban, cuando para un niñito eran sumamente vergonzosos esos temas y creo que se hizo costumbre, no fue intencional. Mi vieja siempre me cuenta en qué esta ella, qué es lo que hace y cómo le ha ido, supongo que también le cuenta a ella sobre mi.

 Me encanta contar historias de cosas que pasaron, porque me gusta hacer reír a la gente, pero a la gente cercana. También lo disfruto porque me gusta escucharlas y tengo mi tier, entando en la posición más alta las historias de mi abuelo y las de Bryan.

He tenido tres gatos. El primero lo tuve cuando tenía cuatro años, se llamaba Bastón. Antes de dormir dejaba mis brazos haciendo un gran círculo y me dormía de esa forma, cuando despertaba Bastón siempre se encontraba en ese espacio, dormido. Tres meses después de mudarme a Maipú Bastón murió. Me regalaron un gato a los 7, Culina. Quise mucho a esa gata y a su hija, Kitty. Siempre encontraban la forma de dejar una cagada y de alegrarme el día. Kitty murió una tarde de invierno, envenenada, la encontré al llegar del colegio ya muerta, lloré abrazándola y la enterré en mi patio. Culina fue sacrificada después de una larga vida, no pude hacer nada, jamás se recuperó de un cáncer del cual la operamos tres veces. Murió en mis brazos y también la enterré en mi patio. Bryan siempre me preguntaba: '¿Y tu gata ya se murió?', hasta cuando la respuesta fue 'sí', reímos, creo que jamás hemos temido a la muerte y mucho menos hemos sido graves ni trágicos con nada, en mi casa, con mis amigos, siempre hay espacio para reírnos de todo, incluso las cosas malas.

Desde kinder hasta cuarto medio me han gustado ocho compañeras, de variadas contexturas y personalidades. Las recuerdo a todas, sus nombres, a algunas sus apellidos y las razones de que me gustaran. Una de ellas era peliroja, matea y gordita. Cuando en las típicas conversaciones con mis compañeros en educación física salió el tema de quién te gusta, comenté que me gustaba ella y me molestaron por lo mismo, porque era gordita. Lo gracioso es que hoy en día la tengo en facebook y es una peliroja, flaca, pecosa, con pinta pelolais, casi salida de un comercial de jugo Zuko. Siempre me tiro la talla a mi mismo que debí haber aprovechado el momento en que su autoestima era baja.

Mi mejor amigo de la media es una persona cuya personalidad es sumamente opuesta a la mía y sumamente opuesta a las personalidades que habitualmente tienen mis amigos. Pero las cosas funcionaban, es una amistad de 'relativo' respeto y diversión. Una de las cosas que más recuerdo de él y de nuestro paso por el colegio eran nuestras horas de silencio, no solíamos hablar mucho, creo que por eso nos entendíamos tan bien, dormitábamos toda la mañana, conversábamos solo lo suficiente y nos burlábamos implacablemente de todos los que bajaban la guardia. Solía pasar semanas en mi casa. Por las noches solíamos ver el canal Gourmet por horas, sin hablar, solo exclamando 'me dió hambre' cada diez minutos. Nos divertíamos con cosas simples, burlarnos del resto, tirar monedas de diez pesos al techo de las casas y pasar tardes enteras viendo videos en youtube.

Mi segundo mejor amigo de la media era homosexual. Cuando nos contó, lo apoyamos sin dudarlo un segundo. Lo primero que le dije fue que independiente de lo que nos había contado seguiría siendo mi amigo al cual trataría de 'maricón culia'o' cuando fuera necesario, lo que es prácticamente una vez al día como mínimo. Por lo mismo me enfurece que cuando hablo seriamente sobre homosexualidad me tachen de homofóbico y machista, cuando para mi todos los conchesupicos pesan lo mismo, exactamente lo mismo. Razón por la cual me guardo mi verdadera opinión para mi y trato de evitar el tema, ya que nadie tiene ganas de entender tu opinión, jamás, nunca, punto.

Tengo un placer culpable por ver películas romáticas adolescentes, Youth in revolt', 'Adventureland', 'Nick and Norah Infinite Playlist' y tengo una facilidad brutal para introducirme en la trama de cualquier película. Me gusta que las películas me transfieran emociones, exceptuando películas dramáticas de mierda como 'La Vida es bella'. Es más, una película del estilo me hizo recordar todo lo que acá anoté. No estoy del todo bien y tampoco me desespera estarlo; todo tiene matices y todos estos matices hay que vivirlos a concho, jamás me verán lamentándome hueás ni con la cabeza (tan) metida en el water. Suelo demorarme poco en recuperar mi cabeza fría y siempre encuentro la forma de salir de cualquier traspié, no me gustaría jamás ser alguien más y me respeto por ello. Finalmente, soy un hueón con todas y cada una de las letras.

-                II                 -
 
Y es probable que edite o elimine esta entrada. O tal vez no, veamos cómo me siento mañana.

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